Marcelo era un muchacho encantador. Asistia a clases en la escuela de varones somascos desde que era un niño de 5 años. Ahora, con 15 años, afrontaba las dudas de cualquier adolescente de un barrio de clase media; rodeado de amigos que le daban ese equilibrio de estabilidad, o al menos, eso es lo que siempre tenia en mente su padre, Alberto. Un señor de 45 años que trabajaba en el rubro de la construccion desde mucho antes que Marcelo naciera. Viudo desde ya muchos años, trabajaba 12 horas al dia para garantizar que nunca faltara comida en el apartamento donde residia junto con Marcelo. Un dia de sol, Alberto llega temprano a la casa ya que hubo una manifestacion en las cercanias de la obra donde trabajaban, y dedidio descansar un poco ya que su arduo trabajo apenas y le daba tiempo para poder relajarse. Entra a su apartamento y descubre que Marcelo no estaba en la sala, asi que decidio ir a su cuarto y buscar a su hijo, siendo enorme el choque de sorpresa y asombro, al ver a Mar...
No Puede!!! En El Salvador hay muchas personas que han crecido sin un padre o madre; tuvieron que crecer con sus abuelos y estos estan chapados a una escuela obsoleta desde hace ya decadas. El paternalismo es el pan de cada dia de esas personas, que no soportan ver como sus retoños puedan tener criterio y logica propia, amenazandolos con una pena terrible llamada ostracismo. Eso empieza desde la escuela, donde los individuos se ven obligados a tomar un papel estereotipado para poder sobrevivir. Eso continua con ese padre de familia que, no importa cuales sean tus anhelos en la vida, la ultima palabra la tiene el papá o la mama. Y alli tenemos esa gente talentosa toralmente frustrada en lugares donde no quieren porque el sistema paternalista del pais no les permite ver mas alla de esa burbuja creada por una mentalidad de aldea. Muchos dicen estar orgullosos de sus raices; pero a la primera oportunidad de irse del pais lo hacen. En el interior de cada salvadoreño...